En el sector de la reparación de llantas, los operarios se enfrentan diariamente a escenarios potencialmente peligrosos que pueden poner en riesgo tanto su seguridad como la de los conductores y pasajeros. Este entorno laboral está regulado por estrictas normativas de seguridad que abarcan desde el correcto uso de las torres de bloqueo hasta los límites de presión permitidos para el inflado de llantas. Sin embargo, a pesar de estas medidas, los accidentes laborales siguen siendo una preocupación constante, con historias de incidentes que resultan en lesiones graves, e incluso fatales, en los talleres.
Las jaulas de inflado surgen como una respuesta necesaria para mitigar estos riesgos. Estas estructuras están diseñadas para permitir el inflado seguro de las llantas, protegiendo a los operarios de posibles explosiones que pueden ocurrir si la llanta presenta daños no visibles. Cuando una llanta es inflada, la presión de aire acumulada puede alcanzar niveles equivalentes a casi 2 kg de TNT, lo que convierte cualquier falla en un evento potencialmente catastrófico. La función principal de las jaulas de inflado es contener los fragmentos de la llanta en caso de explosión, evitando que estos se proyecten con fuerza y causen lesiones graves a los trabajadores cercanos.
Es importante destacar que, aunque las jaulas de inflado no previenen la explosión de la llanta, sí reducen significativamente el impacto de la misma. Por esta razón, las jaulas no deben ser ancladas o atornilladas al piso; en caso de explosión, los elementos de sujeción como tornillos, tuercas o arandelas podrían ser expulsados a gran velocidad, anulando la efectividad de la jaula y aumentando el riesgo de lesiones.