Aunque muchos conductores creen que las llantas “expiran” según la fecha que aparece en el código DOT, la realidad es un poco diferente. El DOT indica la semana y el año de fabricación, pero no una fecha de vencimiento fija. No existe un tiempo exacto en el que una llanta deje de ser segura; su durabilidad depende más de factores como el almacenamiento, las condiciones de uso y el mantenimiento que recibe.
Lo que realmente determina la vida útil de una llanta es su desgaste físico, especialmente en la banda de rodamiento. Esta parte es la que tiene contacto directo con el pavimento y la que garantiza la tracción y el frenado adecuado. Cuando la profundidad del dibujo se reduce, el riesgo de deslizamiento, aquaplaning o pérdida de agarre aumenta considerablemente.
Por eso, más que preocuparse por una “fecha de vencimiento”, lo importante es inspeccionar regularmente el estado de las llantas. Verificar el desgaste, la presencia de grietas, deformaciones o cortes es la mejor forma de garantizar su seguridad en carretera. Revisarlas con un profesional y mantener una presión adecuada son hábitos que prolongan su vida útil y aseguran un mejor desempeño.
